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sábado, 12 de mayo de 2012

Los artefactos no tienen politica

¿Tienen política los artefactos? Es una pregunta clave que hace Langdon Winner profesor de Ciencia Política radicado en Nueva York desde 1990, entre cuyos intereses estan la filosofía de la tecnología, la cultura popular norteamericana y las teorías de la sostenibilidad, es conocido por sus artículos y libros sobre ciencia, tecnología y sociedad, además ha trabajado durante varios años en la revista Rolling Stone. Winner se preocupa sobre cómo las personas de hoy se inquietan por la ciencia y la tecnología, a tal punto que en momentos específicos han transformado estructuras sociales determinantes en la sociedad moderna. Vivimos en un mundo absolutamente determinado por la tecnología; Por tal razón la forma como vivimos, vemos, aspiramos, disfrutamos tiene que ver con nuestra relación con las máquinas. Cabe agregar que, la supervivencia de la raza humana ha dependido de su habilidad para hacer frente al entorno natural , los pueblos prehistóricos desarrollaron impresionantes tecnologías para satisfacer las necesidades de la vida. Por ello, desde el Renacimiento hasta el presente es evidente que las máquinas con la aparición de los grandes relojes en las Catedrales, la idea de la Filosofía Mecánica de pensar la naturaleza como una máquina, así como todo el auge de la Mecanización, han sido parte crucial para comprender el mundo social.
Ahora bien, existe una relación inseparable entre la historia tecnológica y la historia política de las sociedades desarrolladas puesto que afectan la distribución relativa del poder, la autoridad y el privilegio del uso de los artefactos, por este motivo, el objeto de este ensayo es mostrar cómo se crea un problema alrededor del uso de la tecnología debido a que afecta directamente la cultura material de una comunidad, pues si bien son las personas quienes tienen cualidades políticas, ha existido siempre la seductora idea que las máquinas, las estructuras y los sistemas puedan catalogarse de políticos pues son formas específicos de autoridad.
Inicialmente los artefactos tienen formas que toman fuerzas sociales y que moldean la sociedad, según lo planteado por Winner: “la tecnología se desarrolla como resultado de una dinámica interna (…) que moldea la sociedad para que ésta se ajuste a sus patrones ” (Winner, 1999). Es decir que en lugar de quedarse en modelos sobre la política de los colectivos sociales, políticas burocráticas, modelos marxistas de luchas de clases, se debería tomar como punto de partida a los artefactos técnicos, donde el diseño se convierta en una forma para que los entienda una comunidad.
Por lo anterior, el que considere que los artefactos no tienen política está equivocado. Por consiguiente lo que importa es la tecnología en sí misma y no tanto el sistema social o económico en el cual está incluida, esto puede verse en los fenómenos técnicos y productivos, que plantean la existencia de una relación directa entre la producción de los objetos y su manufactura, en palabras de Tomas Maldonado, “la técnica está presente tanto en la ejecución de los productos súper estructurales, como en la de los productos estructurales ” (Maldonado, 1977) esto quiere decir que cualquier producto creado por la mano del hombre es un artefacto y en consecuencia se considera a todo artefacto como parte de la cultura material. Lo que en otro orden de cosas serían los presupuestos históricos del denominado diseño industrial los que empiezan a discernir entre lo práctico y lo teórico, lo técnico y lo científico, así entonces los productos cambian su forma según lo indiquen las necesidades de una comunidad. Lo que en palabras de Winner es el carácter político humano el que permea la tecnología y por tanto según el mismo Winner “esta máxima, es la premisa central de una teoría que puede llamarse la Determinación Social de la tecnología –que- tiene evidentemente toda la razón ” (Winner, 1999). Es decir que las prácticas que están detrás del ejercicio del poder, que son consecuencia de la tecnología y muestran como se producen los cambios en la vida social van evolucionando través de la historia. Por lo tanto emergen sujetos o grupos sociales en la práctica que tienen autoridad sobre otros; Según Michel Foucault: “en una sociedad como la nuestra, múltiples relaciones de poder atraviesan, caracterizan, constituyen el cuerpo social ” (Foucault, 1999). Esto implica que una actitud de deconstrucción es inminente y no estamos obligados a seguir una cadena de hechos que parecen naturales, por eso la Revolución China sería un fracaso en el Siglo XIX ya que se puso de relieve que “la práctica es superior al conocimiento ” (Tse-Tung, 1974). Por ello las categorías sociales representan proyecciones sobre el mundo natural. De tal manera que la clasificación de las cosas reproduce un orden social que podemos cambiar. De tal modo la libertad, la justicia y la igualdad de ninguna manera podrían neutralizarse con un discurso escueto, porque es importante ver como se piensa la justificación del uso de las tecnologías; que las personas ponen a su disposición. Sin embargo esto quiere decir que si bien algunas tecnologías son inherentemente políticas eso equivaldría a decir que ciertas razones de necesidad práctica ampliamente aceptadas tienden a empequeñecer otras clases de formas morales o políticas .
Entonces si lo que le da sentido a las palabras es su uso, podríamos desarrollar mediante un juego colectivo con las mismas reglas, llegar a pensar que verdaderamente el sentido a los artefactos o a los sistemas tecnológicos -lo que los hace reales- se lo da su uso, es decir, ya que éstos han modificado significativamente el ejercicio del poder, pretender que los objetos tengan roles activos en la sociedad. Ir más allá de este hecho obvio y discutir que ciertas tecnologías en sí mismas poseen propiedades políticas parece a primera vista, completamente equivocado, como sabemos las personas tienen política, no las cosas, y los roles implicarían entonces escrutar todas las variedades de la vida social para establecer una sociedad justa donde las cosas se relacionan con nosotros y pueden ser catalogadas como verdaderas o falsas, buenas o malas.
Tal como lo plantea Mauricio Nieto: “el Positivismo Lógico y los miembros del Círculo de Viena, agotaron sus esfuerzos por encontrar un criterio que de una vez y para siempre permitiera reconocer el conocimiento genuinamente científico” (Nieto, 2009). Es decir que se puede dividir la forma en que la tecnología se presenta en la historia, la primera es la autoritaria, centrada en el sistema e inmensamente poderosa pero inestable, la otra centrada en el hombre, relativamente débil pero inventiva y durable, que a su vez es la que refleja los intereses del industrialismo. De modo similar ocurre con el funcionalismo y el diseño industrial que se encarga de la proyectacción de nuevos productos pero sin olvidar que el área de intervención del diseño industrial sigue siendo la relativa al proceso formativo de los objetos como elementos estructurantes del ambiente humano, en el cual la materialidad en la realidad del mundo industrializado es imperante.
Para finalizar, no existe ninguna posibilidad de entender cómo funciona la sociedad moderna si no se piensa que la tecnología, las máquinas, los aparatos, los sistemas de transporte, las comunicaciones, la medicina, son parte de nuestra forma de vida de manera inmutable. Así pues las fábricas, los automóviles, el teléfono, la radio, la televisión, los programas espaciales y el poder nuclear han sido fuerzas democratizantes y liberadoras. Lo que hizo la ciencia y la industria fue la mejor garantía de democracia, libertad y justicia social. Es una manera de mitificar la habilidad humana en la búsqueda de las verdaderas fuentes, las fuentes humanas de libertad, justicia e igualdad .

*Ensayo escrito para la clase Historia de la Ciencia en la Universidad de los Andes.

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